El deshielo impulsa la geopolítica del Ártico entre las potencias
El Ártico es una cuenca oceánica cubierta por una banquisa y rodeado de suelo helado de varios continentes. Así, mientras que sus fronteras terrestres están bien delimitadas, su espacio marítimo se ha convertido en un foco de problemas en los últimos años. Aunque esta zona siempre ha sido de gran interés, el impacto en la región de nuevos factores como, por ejemplo, el deshielo, ha propiciado el aumento de las tensiones entre diferentes potencias, que pugnan para poder explotar sus recursos.
Por Clara Martín
8 de julio de 2021

 El deshielo impulsa la geopolítica del Ártico entre las potencias

El petróleo y una nueva ruta comercial son los principales intereses

Ártico

  Un barco bordea la costa ártica. Fuente: Vasilyev Serge | Licencia Creative Commons

El hielo que cubre la superficie del Ártico se está reduciendo de forma paulatina debido al cambio climático, que provoca el calentamiento del océano y de la atmósfera y, como ya advirtió la NASA en 2016, hace que esta región situada al norte del Polo Norte sea “más vulnerable”.
 
La crisis climática junto con acciones externas como el clima, la estructura de los materiales y el ser humano determinan el modelado del relieve del Ártico, que se está viendo afectado por la extinción de glaciares y la subida del nivel del mar.
 

Recursos valiosos sepultados bajo el hielo

Aún es pronto para determinar la magnitud del impacto climático sobre esta región y todas sus posibles consecuencias. No obstante, el deshielo abre nuevos panoramas y oportunidades como la extracción de recursos minerales y energéticos o la apertura de nuevas rutas marítimas.

Bajo el hielo ártico se encuentran numerosos yacimientos de petróleo y gas, principales fuentes de energía del mundo industrializado, pero no son los únicos. La bauxita, el cobre, el oro, el plomo, el zinc o el manganeso son otros de los muchos metales codiciados.

También los recursos pesqueros son fuente de interés. Así, los intereses económicos son cada vez mayores en la zona y los países interesados van destinando cada vez más medios al Ártico.

¿Por qué el Ártico como ruta alternativa?

Las rutas de transporte tienen una importancia estratégica para el comercio global. De este modo, controlar esas rutas determinará el poder de quien lo consiga. Un ejemplo reciente de esta afirmación se puede ver en el encallamiento del carguero Ever Given en el Canal de Suez. Este suceso provocó problemas de gran magnitud en el comercio internacional, por lo que parece razonable buscar rutas alternativas.

El Estrecho de Malaca (que une el mar de China Meridonal con el mar de Burma), el Estrecho de Ormuz (situado entre el golfo de Omán y el golfo Pérsico), el Canal de Suez (que une el mar Mediterráneo con el mar Rojo) y el Canal de Panamá (que conecta el océano Atlántico con el Pacífico) son los cuatro puntos más importantes de comercio marítimo internacional.

Actualmente por el Estrecho de Malaca pasa el 25% del comercio mundial, por el Canal de Suez el 12%, el 6% pertenece al Canal de Panamá y por el Estrecho de Ormuz pasa uno de cada tres barriles de petróleo de todo el mundo. Sin embargo, estas rutas son de muy largo recorrido y podrían quedar desfasadas si se estabiliza una ruta ártica durante todo el año.

El establecimiento de una ruta en el océano Ártico significaría una reducción importante del tiempo en los trayectos comerciales entre Europa y Asia. Mientras que el Canal de Suez tiene 23.000 kilómetros, la ruta ártica ronda los 14.000. Con ello se podría obtener mercancía a un coste menor, en perjuicio del resto de rutas marítimas.

Otra consecuencia de la utilización de la ruta ártica sería el impacto ecológico. La disminución de los días de travesía implica la reducción de las emisiones de carbono de los transportes. De esta manera, la región ártica es un área de especial interés debido a su situación geográfica y a su potencial económico.

 

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  El carguero Ever Given encallado en el Canal de Suez. Fuente: Kees Torn | Licencia Creative Commons

Principales actores en el nuevo tablero geopolítico

Los principales actores interesados en esta zona polar son los países ribereños a las aguas del océano Ártico: Finlandia, Islandia, Suecia, Dinamarca, Noruega, Rusia, EE. UU. y Canadá. Sin embargo, en los últimos años también China ha incrementado su presencia, declarándose ella misma como potencia cercana al Ártico.

Todas estas naciones tienen intereses similares, lo que varía es el grado de intensidad con el que compiten por ellos. No tienen la misma relevancia los llamados “Artic 5” (Rusia, Canadá, EE. UU., Noruega y Dinamarca) que Islandia, Finlandia o Suecia, que no cuentan con Zona Económica Exclusiva. Los países que componen el “Artic 5” tienen mayor responsabilidad en el mantenimiento de su ecosistema, pero también la soberanía y el derecho de explotación de los recursos.

Sin embargo, en 1996 los ocho países anteriormente mencionados fundaron el Consejo Ártico para poder colaborar en la zona, con una presidencia rotatoria cambiante cada dos años. Y aunque ellos son los principales actores, el Consejo Ártico mantiene representaciones de otros pueblos y países del mundo en calidad de observadores. No obstante, hay tres países que compiten por el control del Ártico de manera más agresiva que el resto: EE. UU., Canadá y Rusia.

Al igual que son muy diferentes entre sí las naciones árticas, las estrategias para actuar sobre él también difieren. Mientras países como EE. UU. o Canadá han centrado sus relatos más en el cambio climático y la protección del medio ambiente, Rusia ha optado por una mayor extracción de recursos y militarización de la zona. Aunque la cooperación entre los países es buena, las fronteras marítimas, los derechos sobre los fondos marinos o la pesca son objeto de competición continua. Todo ello a pesar de tener un Estatuto jurídico del Ártico establecido en la Convención de las Naciones Unidas sobre Derecho del Mar que, en principio, reconocen las potencias afectadas.

Rusia, líder en la carrera del Ártico

Rusia es el Estado polar con mayor litoral, lo que le permite acceder a una mayor cantidad de recursos. También ha conseguido ser la primera potencia en atravesar el hielo del Ártico en invierno gracias al nuevo rompehielos nuclear Arktika, el primero de la flota que espera crear el presidente Vladimir Putin. Así, Rusia va liderando la carrera de transportes y de comercio en la ruta ártica.

El paso por esta ruta, que va desde Murmansk hasta el Estrecho de Bering, siempre había dependido de las condiciones climáticas, pero con este avance ruso se va a poder garantizar un paso regular durante todo el año. Para Rusia es vital controlar una nueva ruta comercial que acorta tiempos y abarata costes y que, además, le proporciona una salida segura al mar. Por ello, no es de extrañar que busque su control de manera constante.
 

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  El rompehielos nuclear ruso Arktika. Fuente: Departamento de Comunicaciones de Rosatomflot | Licencia Creative Commons

Canadá y EE. UU., socios árticos

Canadá publicó en 2010 la Declaración sobre Política Exterior en el Ártico, reivindicando su antigua soberanía ártica. Los canadienses consideran fundamental mantener la región en paz y en la actualidad tratan de reforzar su posición. En 2015 construyó cinco buques patrulla ártica para renovar las flotas de la Royal Canadian Navy y la Canadian Coast Guard y ha lanzado un satélite de vigilancia (RDARSAT-2). Además, posee diez rompehielos operativos y tres más en construcción. Su principal objetivo es preservar su soberanía e identidad nacional y su principal socio ártico es EE. UU.

EE. UU. tiene unas capacidades mucho más reducidas que Rusia para reclamar soberanía en la zona. A pesar de ello, mediante el control de Alaska se asegura su Zona Económica Exclusiva. Asimismo, el anterior mandatario, Donald Trump, intentó comprar Groenlandia para el aprovechamiento de las tierras raras, proyecto que no llegó al término deseado. De este modo, aunque no parezcan tan competitivos como sus vecinos árticos, sí están buscando maneras de afianzar su presencia.

La estrategia del Departamento de Defensa de EE. UU. en el Ártico se basa en la preservación de su soberanía, así como en la cooperación con el resto de los países árticos. El programa estadounidense con el que se persigue reemplazar la vieja flota de rompehielos, que tan sólo consta actualmente de uno pesado y otro mediano, se llama Polar Security Cutter. Con él, EE. UU. pretende tener una nueva gran flota de rompehielos operativos para el 2029.

Ruta de la Seda Polar Ártica

China es observador acreditado del Consejo Ártico desde marzo de 2013 y, aunque no es nación ártica, esta región sí tiene un interés importante para ella. Así, en 2018 dio un paso más y publicó un libro blanco titulado Política Ártica de China. En él manifestaba su intención de trabajar más activamente en todo lo relacionado con el Ártico mediante la iniciativa de la nueva Ruta de la Seda Polar dentro del marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta.

Exploración y explotación de los recursos, desarrollo de rutas marítimas o investigación científica son algunos de los puntos más relevantes para China, que cada vez va diversificando más sus mercados y áreas de expansión.

Actualmente cuenta con una estación ártica en el archipiélago de Spitsbergen desde la que realiza expediciones e investigaciones en la zona. Pero China también está inmersa en la protección del Ártico, así como de su desarrollo y gobernanza. En 2020 consiguió su segundo rompehielos operativo para misiones polares, el Xuelong 2 y cuenta con Rusia como aliado en esta zona.

El presente del Ártico

Durante décadas la región ártica ha sido lugar de cooperación y competencia. No obstante, aunque la rivalidad entre las diferentes potencias esté incrementándose debido al auge de intereses en la zona, la colaboración entre los países sigue siendo sólida y se rige a través de mecanismos y dinámicas bastante asentadas en el tiempo. Así, los estados árticos cooperan más en temas relacionados con la protección del medio ambiente y compiten en asuntos ligados a la soberanía y a la preservación de derechos territoriales.

Sin embargo, el tablero geopolítico del Ártico está cambiando debido a factores como el deshielo y la necesidad de rutas marítimas alternativas. Al mismo tiempo, se están consolidando de forma paulatina sus actores principales. Si bien el Ártico tiene un enorme potencial económico y estratégico, también es tarea de todos no permitir mayores conflictos por la competencia de los recursos y trabajar para preservar su ecosistema y existencia.

El impacto del calentamiento global, la visión soberanista de las diferentes potencias árticas y la ventaja competitiva de Rusia sobre el resto da forma a un tablero de recursos e intereses muy dispares y con un equilibrio delicado.